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viernes, 17 de enero de 2014

Feria Modernista de Terrassa



La Feria Modernista de Terrassa se ha convertido en pocos años en uno de los más destacados eventos turísticos de Cataluña, que atrae cada año en el mes de mayo más de cien mil visitantes, durante un fin de semana lleno de actividades culturales, gastronómicas, infantiles, espectáculos, exposiciones. Es ésta la gran fiesta del modernismo en Cataluña, en la que participan ciudades modernistas, artesanos y artistas de todo el país, y que se ha convertido en el escaparate de una época vital, colorista, innovadora que dejó una profunda huella en el carácter y el paisaje catalanes a través de las artes, la arquitectura, la industria ...
Terrassa es una de las capitales catalanas, españolas y europeas del modernismo industrial. Ha conservado y revalorizado un extraordinario patrimonio arquitectónico (fábricas, "vapores", almacenes, residencias, edificios públicos ...) y lo ha convertido en uno de los motores de su promoción turística y un elemento clave del nuevo paisaje urbano de una ciudad que ha convertido a principios del siglo XXI la cuarta de Cataluña en población y se ha situado en el ranking de las 25 primeras ciudades españolas.
La historia de la Feria Modernista de Terrassa empieza el 2003, con una primera edición en la que ya se esbozan las características que después se han ido desarrollando hasta alcanzar la madurez del modelo de un evento participativo, orientado al gran público, rico en valores culturales y lleno de oportunidades para disfrutar de un viaje imaginario al pasado.

1228: la feria de primavera
Hay que buscar las raíces más remotas de la Feria Modernista ocho siglos atrás, en la Edad Media, cuando Terrassa era una pequeña villa medieval que tomaba forma alrededor del desaparecido Castell-Palau, del que se conserva sólo hoy en día la Torre del Palacio. Aquella villa medieval se situaba, rodeada de murallas, en el que ahora conocemos como centro histórico. Con el paso del tiempo, el pueblo acabaría absorbiendo otros núcleos de población como el antiguo pueblo de Sant Pere o el castillo-cartuja de Vallparadís, saltando arroyos, creciendo en todas las direcciones, y convirtiéndose así finalmente en heredera de una antigua historia que se remonta al municipio romano de Egara, en la antigua civilización ibérica y mucho, mucho más atrás, hasta la prehistoria ... Algunos de los límites de la antigua villa medieval se pueden ver actualmente dibujados en el pavimento de las calles del centro (como la Plaza Vieja o el Raval), donde los azulejos marcan la zona que ocupaba la vieja muralla y el foso.
Hace ocho siglos, el 1228, el rey Jaume I concedió un privilegio a la villa de Terrassa para poder celebrar una feria de primavera cada año para la fiesta de la Santa Creu, en el mes de mayo. Un siglo después, en 1338, el rey Pedro el Ceremonioso confirmó nuevamente este privilegio Egarense. Y así la tradición, nacida a principios del siglo XIII, continuó con algunas variaciones hasta el siglo XIX, en una villa que tenía unos tres mil habitantes a mediados del siglo XVI y unos nueve mil en el 1857. Terrassa, que se desarrolló espectacularmente con la revolución industrial y obtuvo oficialmente el título de ciudad en 1877, un año después de derribar los últimos restos de sus murallas, celebraba una Feria de Primavera el primer domingo de mayo y una Feria de otoño el tercer domingo de noviembre. Un viejo costumbre que se fue perdiendo y olvidando en una ciudad que ya no dejó de crecer: pasó de los 16.000 habitantes del año 1900 a superar la raya de los 200.000 a principios del siglo XXI.
En el año 2003 el Ayuntamiento decidió recuperar la tradición de la Feria de Primavera y al mismo tiempo darle un nuevo sentido: la celebración festiva del carácter y del patrimonio modernista e industrial de Terrassa, una ciudad capital en el mapa del modernismo a escala catalana, española y europea. En la creación de la Feria Modernista se confluyeron diferentes fenómenos que le dan un sentido festivo e histórico singular y la convierten, junto con un espectacular catálogo de patrimonio arquitectónico, en el buque insignia de la promoción exterior de la oferta turística egarense.